Dunas doradas de cultura y sombras,
dunas volubles de sinuosas formas,
dunas dulces de mujer amada
ayer infinitas hoy cercadas,
ayer vírgenes hoy violadas.
¡Qué desdicha, llegó la Armada ¡
Horadaron vuestras entrañas
para dar jugo a las armas;
emponzoñaron vuestra arena
infectando la escasa agua;
rodaron por los arcaicos senos
todas nuestras alimañas.
Convivisteis con nobles corceles,
también con descalzos pies;
ahora os hollan mortíferos tanques
de dudosa cuna y proceder.
Soberanas de dioses y tumbas,
fúlgidas de faraones y arcano saber,
holladas, vilipendiadas y violadas
por la avaricia del poder:
engullid las diabólicas Armadas
y el sufrimiento que hacen padecer.
¡Qué desdicha, llegó la Armada ¡
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